Amor A primera Vista
Molesta, abrí la puerta de la panadería bruscamente. Estaba muy enojada porque mi mama me había hecho ir a comprar pan, cuando en realidad le tocaba ir a mi hermana. Hice la compra lo más rápido que pude para volver lo antes posible a mi casa. Ya estaba terminando de pagar cuando lo vi. Con el pelo negro y lacio, que apenas le tapaba las orejas, con unos ojos de un excelente color azul marino claro; y con unos músculos tan grandes que se le notaban a través de la remera. Me quedé allí parada, en un estado de shock, mirándolo fijamente. De inmediato pensé que ese chico era el más lindo de todo el país, del planeta, o más bien, de toda la galaxia y que estaba destinado a ser mi esposo. Comencé a sentir como mi corazón palpitaba cada vez más fuerte, y entonces, intente formular una oración coherente para ir a hablarle. Estaba esperando en la fila, asique podría ponerme atrás suyo y decirle algo como “Esta larga la cola para comprar pan hoy ¿no?” no, por dios no, que ridículo de mi parte. Mi príncipe azul ya había llegado al principio de la fila y estaba pidiendo su orden, tenía que pensar algo bueno para decirle. Se me ocurrió algo como “¿Asique viniste a comprar pan no? ¡A mí también me gusta el pan! Sobre todo con ensalada” a penas termine esa frase en mi mente decidí que la palabra “idiotez” estaba hecha para describirme exclusivamente a mí. El chico de mis sueños ya estaba pagando y a punto de irse, se me tenía que ocurrir algo rápido… podía ser tal vez “Hola, me gusta tu billetera, debe tener plata suficiente para comprar pan ¿no?” Patética, descerebrada, inútil y estúpida fueron solo algunos de los adjetivos que se me vinieron a la mente. El que iba a ser mi esposo ya estaba saliendo por la puerta, y en un intento desesperado para confesarle mi amor, pensé en ir hasta él y gritarle en la cara “¡Te amo!”, estuve un instante debatiendo si lo hacía o no, y cuando por fin me decidí a hacerlo, salí corriendo de la panadería, pero el hermoso chico ya no estaba.